Una valiente mujer transexual cuenta su duro testimonio de vida en la tradición musulmana.

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La diversidad sexual es uno de los temas que más se mueve hoy en día a nivel mundial. Y, aunque en muchos países se han dado pasos agigantados en cuanto a la promulgación de leyes que garanticen el respeto de la comunidad homosexuales, en otros existe una enorme resistencia a darles cabida en la vida pública de las comunidades de forma igualitaria. De manera especial, la tradición musulmana mantiene una visión extremadamente hermética al respecto; por consiguiente, quienes pertenecen a este grupo minoritario suelen ser duramente juzgados por su forma de vida.

Sin embargo, algunos en vez de abrumarse por tal realidad, prefieren volverse proactivos y avocar todos sus esfuerzos en ir contra la corriente, ideando las mejores maneras de sentirse mejor siendo ellos mismos sin menoscabar la integridad de los demás. Precisamente, Shinta Ratri es una de estas visionarias, quien tuvo la iniciativa hace poco más de 10 años atrás de fundar una escuela para personas transgénero en Indonesia, una de las naciones donde es más apreciable el maltrato hacia este tipo de personas. 

Derivado de eso, el fotógrafo Riccardo Pareggiani se animó a documentar parte de su cotidianidad, reflejando las dos caras de una particular moneda: por una parte, la fraternidad que se vive dentro de este recinto; y por otro, la crítica propiciada por el resto de los habitantes de la localidad. Entérate a continuación de los detalles sobre su inspirador testimonio.

Shinta Ratri diariamente se enfrenta a severas críticas acerca de su condición sexual.

Ella es una activista transexual quien se ha atrevido a desafiar los imponentes lineamientos de la religión musulmana, en favor de defender sus propios derechos.

"Tu no estás solo".

Sintió en su corazón que debía hacer algo por aquellos que sufren la misma discriminación que ella vive en carne propia.

A sus 54 años, ha tenido que sobrellevar las miradas inquisidoras de un sinfín de personas que habitan su localidad, la Isla Java, quienes todavía hoy suelen mirarla con desprecio.

Fue así como se le ocurrió la idea de fundar la primera (y única) escuela coránica transexual en el mundo.

Cayó en cuenta de lo difícil que resultaba para ella y los demás transexuales orar en público debido a la enorme resistencia del resto de las personas en las mezquitas, bien sea de hombres o de mujeres.

Su motivación se alimentó del deseo de crear un espacio de inclusión para los transgéneros.

Comenzó entonces a armar su proyecto y en el 2008 logró su anhelada inauguración. Desde ese año ha mantenido abiertas sus puertas para acoger a todos los trans de ese país, sin distinción alguna.

Esta particular escuela coránica se llama "Pondok Pesantren Waria al-Fatah".

Shinta afirma que Alá no excluye a ningún tipo de persona, mucho menos por su condición sexual. Además, rescató un vocablo propio del idioma indonesio denominado "waria", el cual es una composición gramatical elaborada a partir de la unión de las palabras "mujer" (wanita) y "hombre" (pria) y funciona perfectamente para calificar a los de su condición.

Allí los "warias" pueden reunirse a orar sin el temor a ser rechazados o aislados.

Muy por el contrario, se respira un aire de fraternidad donde confluyen con el único interés de expresar libremente su fe.

Allí confluyen un importante número de estudiantes que pertenecen en gran medida a la comunidad LGTB.

A diferencia del resto de las escuelas cuya población apenas alcanza los 20 años de edad, en ésta asisten personas adultas bastante mayores. De ese grupo, cuatro habitan permanentemente en el recinto, pertenecientes al cuerpo de profesores.

Las palabras de Shinta Ratri son concisas y reflexivas.

“A Alá no le importa si eres gay o transgénero o cualquier otra cosa. Alguien transgénero es una criatura hermosa creada por Alá. Un lugar como este es una declaración firme. Si no quieres darnos acceso para orar, crearemos el nuestro”.

El fotógrafo Riccardo Pareggiani se sensibilizó ante esta realidad y apoyó la causa con su trabajo.

Optó entonces por registrar la convivencia diaria con el resto de los habitantes de la isla, evidenciando un desprecio enorme ante la presencia de Shinta. Quedó completamente atónito al caer en cuenta de la trágica situación que así como ella, muchos otros padecen mientras el resto observa de manera indolente.

Shinta personalmente verifica que dentro de la escuela las cosas marchen bien.

Mantiene un contacto directo con todos los que allí se reúnen, recabando mayor información sobre sus realidades de vida para apoyarlos en la medida de sus posibilidades.

Una de sus mayores satisfacciones fue usar una mukena sin temor al qué dirán.

En las mezquitas públicas, estos vestidos largos, holgados y coloridos son la indumentaria recomendada para las mujeres. Sin embargo, cuando ella las lucía era visiblemente burlada por quienes la rodeaban. Dentro de su escuela, cada uno se viste de acuerdo a cómo se siente mejor, bien sea como hombre o como mujer.

Lamentablemente, en Indonesia las personas transgénero viven en circunstancias de extrema exclusión social.

No tienen protección gubernamental y más bien son amenazados constantemente con la violación de sus derechos humanos, por ser considerados una aberración.

Ratri espera abonar lo suficiente el camino para que el mundo islam entienda que en la religión musulmana todos tienen un lugar.

Ya hay muchos otros que se han ido uniendo a su proyecto. Uno de los más importantes es el profesor de religión Arif Nuh Safri, Según sus explicaciones, afirma que ningún fragmento del Corán es excluyente, más no ocurre lo mismo con sus distintas interpretaciones. En este sentido, indica que “Cuando hablamos de religión, hablamos de humanidad: si hablamos de religión pero no respetamos a la humanidad, no sirve de nada”.

Aún queda mucho por hacer, pero su esfuerzo merece una enorme ovación.

¿Qué opinas de la iniciativa de esta emprendedora mujer? COMENTA y COMPARTE esta inspiradora historia con todos tus amigos.

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