Una sencilla historia budista con un poderoso aprendizaje en ella
Sumidos como estamos en este mundo rápido e impaciente, donde le damos a la lógica todo el poder de una verdad absoluta, sin darle espacio a las emociones, encontrar la verdadera calma se ha vuelto una empresa ardua para nosotros.
Calma que es innegablemente necesaria para tomas las decisiones más acertadas de acuerdo a los diferentes enigmas y encrucijadas que enfrentamos diariamente. Las presiones a las que nos vemos sometidos nos llevan a navegar de un pensamiento a otro hasta lograr una tormenta donde los mismo pueden perder su racionalidad y lógica, más peligrosos que los intensos sentimientos, producto de nuestras percepciones, gustos y preferencias.
Viendo esto, tiene total sentido que en los últimos tiempos, la humanidad iniciara un camino hacia el reencuentro con su yo interior, sus intuiciones, donde los pensamientos lógicos y las emociones libres convergen para dar lugar a esa serenidad que tanto anhelamos, dejándonos ver más claramente el panorama.
Así con las enseñanzas de Buda...
La mente es como un mono inquieto
Así la definen los budistas, quienes explican los pensamientos como monos saltando entre ramas, caprichosos, confusos, indecisos, inquietos. Cada pensamiento o preocupación lleva a otro, hasta dejarnos agotados y agitados, y mucho más lejos de una respuesta asertiva.
La "tormenta perfecta"
Imaginen que a esos pensamientos saltarines le agregamos las intensas emociones. Es entonces cuando perdemos por completo la visión clara de las cosas y las malas decisiones comienzan a asomarse como opciones para enfrentar cada situación.
La necesidad de "hacer algo inminente"
Por lo general, esta urgencia responde a la búsqueda de la calma, de terminar con la tormenta que nos agobia.
Existe más de un camino
La impaciencia y la frustración que alimentan nuestra confusión, tarde o temprano terminarán llevándonos a tomar la decisión más errada, en lugar de evaluar todas las posibles opciones.
No se trata de magia
Y por supuesto, no hay garantía, pero seguramente, la serenidad te permitirá ver las cosas claramente y encontrar una mejor solución. Esta historia lo explica de una forma maravillosa...
“Cuando no sepas qué hacer, no hagas nada, la respuesta está en la quietud mental”
Buda y sus discípulos se encontraban en un largo viaje visitando varias ciudades. Un día bastante caluroso, decidieron detenerse cerca de un lago
Cansados y con sed, Buda le pidió al más joven e impaciente de sus discípulos que le trajera algo de agua del lago
- Tengo sed.- Le dijo el maestro - ¿Puedes traerme un poco de agua de ese lago?
Inmediatamente, el discípulo se puso de pie y se dirigió al lago. Pero justo en ese momento un carro de bueyes lo estaba atravesando
A causa de esto, el agua del lago se tornó turbia y terrosa. El discípulo pensó “No puedo darle al maestro esta agua fangosa para beber”
Así que se presentó ante su maestro y le dijo: - El agua del lago está demasiado fangosa. No creo que podamos beberla así
Buda lo miró y asintió, pero no se movió. Por el contrario se acomodó y esperó paciente
Al cabo de media hora, se dirigió nuevamente a su discípulo y le dijo. - Ve al lago, por favor, y tráeme algo de agua
El joven regresó al lago, solo para encontrar que el fango seguía allí, ensuciando el agua. Regresó ante Buda, y le dijo con voz contundente:
- El agua del lago no se puede beber, es preferible que caminemos hasta el pueblo y pedirle a los aldeanos nos den algo de beber
Buda no respondió. Pero continuó sentado a la sombra, esperando pacientemente
Al rato, volvió a pedirle al impaciente discípulo que le buscara agua. Este, sin atreverse a retar a su maestro, se dirigió al lago, esta vez algo molesto
Él ya había confirmado dos veces que esa agua fangosa no podía beberse
Sin embargo, al llegar al lago, el agua estaba cristalina y fresca. Sorprendido, tomó algo de esta y la llevo a su maestro
- ¿Qué hiciste para limpiar el agua? - Preguntó Buda mientras daba lentos sorbos del refrescante líquido. El discípulo no contestó
Era más que evidente que él no había hecho nada. El agua simplemente, ahora estaba limpia
Entonces Buda le dijo: Esperaste y la dejaste ser. De esta forma el barro se asienta solo y tú obtienes el agua limpia que deseas
Solo tuviste que darle algo de tiempo. Del mismo modo pasa con la vida. Sé paciente y ella encontrará su equilibrio por si misma
Relájate y ella se calmará sin ningún esfuerzo. Todo pasará, si no te aferras y la dejas fluir
Ahora, deja que tus pensamientos y emociones se calmen. Y comparte la sabiduría de esta historia
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