Médico perturbado robó el cadáver de una joven y vivió con él por 7 años.

Médico perturbado robó el cadáver de una joven y vivió con él por 7 años.42shares

Para el amor un poco de locura es siempre bienvenida. No siempre se viven historias de amor de esas que nos hacen vibrar de emoción, hay otras que en cambio logran ponernos la piel de gallina pero debido a su naturaleza oscura y perturbadora.

Esta es la crónica de un amor que empieza donde acaban los demás. Una historia de amor imposible entre un cadáver y su raptor. Un cuento mórbido con la sutileza de un matrimonio imposible. Carl von Cosel amó, mimó y cohabitó en su lecho con el cuerpo sin vida de Maria Elena Milagro de Hoyos, la novia cadáver, durante 7 años.

Marioneta de sentimientos, alucinaciones y pasiones, Elena fue consorte post mortem de un hombre enigmático y obsesivo que, gracias a la empatía generada por su historia fue exonerado por la ley e indultado por su comunidad.

Un hombre misterioso.

Ninguna persona que tuviera amistad con Carl podría adivinar a simple vista de lo que era capaz, aunque ahora que sabemos su verdad es muy fácil decir que no estaba en sus cabales.

Su elegancia e inteligencia iban de la mano con sus excéntricos gustos...

Y sus historias curiosas sobre su especial conexión con el más allá, como aquella vez en que fue visitado por el espíritu de un antiquísimo antepasado, la Condesa Anna Constantia Von Cosel, quien le habría permitido usar su nombre y quien le revelara que el amor de su vida sería una hermosa joven de cabellos negros.

Estando casado y con dos hijos.

El ahora conocido como Carl von Cosel, dejó su país natal, Alemania, para emigrar a Florida en 1927. Se presentó como doctor y especialista en dolencias y técnicas no testadas, aunque no poseía ninguna documentación que certificara sus supuestos conocimientos. Gracias a su carisma encontró trabajo como radiólogo en el Hospital para marines de Key West, lugar donde también empezó a ejercer como médico durante un terrible brote de tuberculosis.

El inminente flechazo.

La hermosa chica cubano-americana, llamada Elena Milagro de Hoyos, era hija de un comerciante de tabaco, y residía en Florida con sus padres y dos hermanas. Pero por desgracia, las enfermedades atacan a diestra y siniestra sin importar el estatus y así fue como la tuberculosis se apoderó de su cuerpo, y por cosas del destino ella fue a parar al consultorio de Carl.

Él perdidamente enamorado médico la describió así:

..Llevaba un ligero vestido de primavera cuidadosamente planchado, barato pero típico y bien lucido, con salpicones abstractos del color y flores sobre fondo blanco. Alrededor de su cuello un collar iridiscente de perlas artificiales. Tenía piernas esbeltas. Pelo negro lustroso y largo que se desplomaba sobre sus suaves y bronceados hombros […] pude evitar su cara, pero no sus turgentes pechos que se disparaban y caían por culpa de la maldita tos…

Una obsesión mórbida.

Desde entonces creció una terrible obsesión en Carl von Cosel, quien se convenció a sus 50 años de que Elena, era esa belleza de cabellos oscuros que estaba destinada a ser su gran y único amor.

Intentaba seducirla obsequiándole pócimas curativas y extraños talismanes a la desesperada y enferma Elena. Se atrevió a gastar una fortuna en una flamante bobina Tesla para inducir descargas curativas a la joven. Además inició un tratamiento experimental con rayos X y compró libras de oro en polvo para añadir a sus remedios curativos.

Lamentablemente, aunque hizo todo lo posible por ella nada detuvo el avance de la enfermedad de Elena.

…quiero ser tu enfermero, tu amo de llaves, tu amante, tu marido…quiero cuidar de ti para siempre o volar contigo a las estrellas!!

Una paranoia sin medida.

Un 25 de Octubre de 1931 Elena Hoyos pasaba sus últimas horas de vida en casa de sus padres a sus 22 años de edad. Éste era sin duda un catastrófico desenlace para un crédulo amante que al no haber logrado salvar la vida de su imaginaria enamorada, decidió desatar su locura más allá de ésta, en la muerte.

Primero convenció a su familia para pagar el entierro y construir un mausoleo en memoria de Elena.

Carl se encargó del diseñó de toda la construcción, incluyendo un curioso ataúd que tenía conductos secretos que le permitirían suministrar al cuerpo algunas sustancias que mantendrían el cuerpo conservado. Pero lo que más llamó la atención fue un auricular que utilizaba para poder comunicarse con Elena. Todas las noches, Carl iba a solas hasta el mausoleo y pasaba largas horas hablando con su “amada”, quien un día le pidió desesperadamente que la liberará de su prisión.

Pláticas desde el más allá.

Los delirios de Carl von Cosel no tenían fin y muchos de ellos los dejó escritos en sus diarios de los cuales podemos ver algunos extractos. Gracias a ellos pudimos ser testigos de todo lo que el desesperado amante hizo para lograr mantener en buen estado el cuerpo y el alma de Elena el mayor tiempo posible. 

Resulta conveniente advertir a quienes sean sensibles a contenidos perturbadores...

La descripción del proceso de embalsamamiento que von Cosel llevó a cabo durante los 7 años siguientes no es para todos los públicos.

 Así que así lo prefieren no lean el siguiente párrafo…

Primero unió los huesos con alambres de piano y ganchos de perchas. Tras vaciar en recipientes de barro sus órganos deshidratados, así como hacian los egipcios, rellenó su figura con toallas empapadas en líquido embalsamador y canela china. Decidió colocar su espalda a una forma más natural y pieza por pieza, fue fortaleciendo su piel con parches de cera y seda. Continuó tratándola con lociones, pociones y electroterapia mediante la potente bobina de Tesla. Por último construyó una máscara para su cara y sustituyó su podredumbre con ojos de vidrio, y con su cabello fabricó una peluca. Luego la engalanó con un vestido de novia, velo blanco, diademas y alianzas, y se casó con ella.
– ¡oh!, Carl, gimió Elena, hemos esperado durante tanto tiempo! Le he deseado desde el principio. Hace tiempo que impulsó en mí una gran pasión que me hace perder toda inhibición. Seré su esposa cariñosa y casada, cumplidora en la iglesia y su p*** en la cama.
– ¡¡No use esas palabras, Elena!!
– ¿No somos marido y mujer, Carl? ¿Habrá un muro de palabras o secretos entre nosotros? Mi alma es la tuya para siempre, Carl. ¿Vas a permitir que algo nos separe?
– Nada. Somos una unión dulce de la vida y la muerte, un triunfo físico sobre el sepulcro. Nuestras almas unidas fluyen como un río desde los inicios de la vida hasta los confines del tiempo.

Su obsesionado amor sale a la luz.

Como cada noche, Carl von Cosel salía de casa, dejaba a su mujer e hijos para acudir a perfumar a Elena y dormir a su lado. Con el tiempo se fue haciendo evidentemente extraña la conducta del falso médico y en toda la ciudad empezaron a correr rumores de esto. Un día Nana, la hermana de Elena, no aguantó más escuchar tantos chismes y habladurías, y decidió iniciar una investigación sobre el sospechoso hombre que nunca le simpatizó.

Una noche fue a espiar a Carl hasta su íntimo escondite.

Y horrorizada, observó todo el ritual de cuidado de Elena. De inmediato fue a denunciarlo a la policía y Carl von Cosel fue detenido por profanación y encarcelado a espera de juicio.

Pero Elena aún no descansaría en paz...

Ya que los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia. La grotesca historia de amor fue conocida en todo el país, y el cuerpo de la joven se convirtió en una especie de tétrica atracción turística. Hasta 6 mil personas se acercaron a ver sus restos durante los tres días que su cuerpo permaneció en la morgue. 

Un amor verdadero pero retorcido.

Parece increíble que muchas personas hayan encontrado la obsesión de Carl von Cosel como terriblemente romántica. Sus admiradores le llevaban regalos a su celda, le brindaban apoyo y consuelo; e incluso un grupo de prostitutas cubanas ofrecieron sus servicios sin costo alguno.

Debido a tanta revolución mediática era de esperarse que un par de fans pagaran la fianza...

Fueron mil dólares que el juez impuso a von Cosel, quién regresó a casa a esperar el día de su juicio.

– ¡¡Carlos!! No dejes que este juez cruel nos separe. No dejes que Nana venza. No quiero volver a la oscuridad ¡Otra vez! Incluso ahora me están haciendo cosas terribles. Han ido demasiado lejos exhibiendo mi cuerpo en público. Miles de personas a quienes nunca he visto están tratando de tocarme!!
Carlos, ¿puedes escucharlos? Están diciendo cosas feísimas.
– Elena, querida ¡gracias a Dios! has vuelto..
– Pensaba que habías desaparecido para siempre. ¡¡Gracias Santa Cecilia, y gracias Jesús!!
– Carlos, sabe que estaré siempre con usted.

7 años es demasiado tiempo.

Por desgracia, después de 7 años, el delito de profanación había prescrito y Carl quedó libre sin cargos. El intento de culparlo de Nana y el resto de la familia fue en vano.

Sin embargo, sus delirios continuaron y su loco amor no tuvo fin.

El día 3 de Julio de 1952, este falso doctor, radiólogo y conde fue hallado muerto en casa.

Abrazado a una muñeca de cera que había fabricado a semejanza de su inolvidable Elena.

Y quién sabe, es posible que su muerte haya sido sólo el principio.

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