Lo que pasa cuando esperamos que los demás actúen de la misma forma que nosotros

Lo que pasa cuando esperamos que los demás actúen de la misma forma que nosotros13shares

Una de las peores cosas que nos pueden pasar en la vida en lo que a las relaciones humanas se refiere es caer en la trampa de las expectativas. 

Siempre esperamos que las personas tengan el mismo grado de sinceridad, entrega y valores que nosotros poseemos, y ante una primera impresión, colocamos cualidades en cada uno, creando un individuo que posiblemente no tendrá nada que ver con la realidad. Allí, empieza la trampa. 

Es en ese momento en que asumimos que la verdad de la persona en cuestión es la imagen que nos hemos construído de ella, sin darle el espacio o la oportunidad de demostrar sus cualidades y defectos, cuando empezamos a estar expuestos a una decepción. 

Muchas veces, entonces, nos sorprendemos negativamente cuando sus reacciones ante los diferentes sucesos no tienen la madurez que suponíamos. 

Tener expectativas es algo común

Todos esperamos de nuestros seres queridos y nuestro entorno, una conducta que satisfaga nuestros sentimientos. Las madres esperan hijos exitosos y respetuosos, los amigos esperan lealtad y las parejas fidelidad. Al mismo tiempo, otros tienen sus expectativas sobre nosotros. 

Creemos que nuestro modo de pensar el la verdad absoluta

Por lo tanto, estas personas deberán actuar de acuerdo a nuestros principios, o serán duramente juzgados por el estandarte con el que los hemos medido. Es allí donde darle demasiado peso a las expectativas se transforma en algo nocivo para las relaciones interpersonales. 

Desde luego, las expectativas no son del todo negativas

Evidentemente, confiar en las reacciones positivas de las personas es una reacción lógica y hasta sana. Por ejemplo, en las parejas, esperar respeto y fidelidad es parte de la base de la relación. Así como una madre que educa a su hijo, puede esperar que este adquiera los valores inculcados. 

La cuestión se complica cuando elevamos demasiado estas expectativas

Entonces, empezamos a darle un matiz diferente, irreal. Como si se tratara de un juego de azar que estamos convencidos de que ganaremos. 

Creer que apostamos a lo seguro

Entonces, básicamente, no consideramos en la apuesta la posibilidad de que las cosas no salgan de acuerdo a lo esperado, y al ver el resultado negativo, viene la decepción. 

En este momento comenzamos a buscar culpables, y la verdad es que de existir alguno, somos nosotros mismos, por esperar de más

Es por eso que debemos aprender a minimizar las expectativas. De este modo estaremos más expuestos a ser sorprendidos positivamente

Aunque esto suene conformista o pesimista, en realidad no lo es en absoluto 

Por el contrario, implica un pensamiento positivo en el que permites a los otros simplemente ser

De este modo, puedes disfrutar del presente y las sorpresas que traiga para tí, sin detenerte a pensar en un futuro que realmente no puedes controlar 

Al mismo tiempo, le estás dando a cada persona la oportunidad de darte lo mejor de si mismo, sin temor a no ser suficiente

Ahora bien, lograr esta forma de pensamiento no es tan simple. Así que, para ayudarnos, podemos comenzar con estos sencillos ejercicios mentales

En primer lugar, debes reconocer que nadie es perfecto e incluso tú tienes defectos, por lo que no eres dueño de la verdad absoluta

Por esto mismo, no tienes necesidad de juzgar a nadie por sus errores, los cuales además son parte del aprendizaje 

Luego es importante respetar que cada persona es diferente, en  identidad, valores y anhelos, por lo que cada uno actuará en base a estos

No tengas tanta prisa por medir la conducta de otros, si no te has puesto sus zapatos. Si funciona para tí no tiene por qué ser igual para los demás

Tus acciones no tienen por qué ser recíprocas. Actúa en base a lo que crees correcto, sin esperar nada a cambio de los demás

Tu felicidad depende solo de tí, no de las conductas de otras personas. Así que trabaja para lograrla sin esperar nada de nadie

Cuando te decepciones de la conducta de alguien, haz una pausa y evalúa tus emociones. Recuerda que no puedes ser dueño de las acciones de nadie

En lugar de juzgarlo, trata de sacar provecho de esta experiencia. Pregúntate cosas como: ¿Eran válidas mis expectativas? ¿Qué puedo aprender?

Crea tu vida alrededor de esta frase de Denis Waitley: “Espera lo mejor, planifica para lo peor y prepárate para sorprenderte”

¿Te has decepcionado alguna vez? ¿Qué aprendiste? Cuéntanos tu experiencia mientras compartes este artículo con tus contactos

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