La correspondencia secreta de Ted Bundy: De asesino en serie a cristiano conservador

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Theodore "Ted" Robert Cowell Bundy nació en Burlington, Vermont, Estados Unidos, el 24 de noviembre de 1946. Es considerado uno de los asesinos en serie de mujeres más famosos  y prolíficos de la historia. Su nombre no puede faltar en ninguna lista de psicópatas históricos.

A diferencia de otros trastornos y características psicológicas, no existe un comportamiento único definido en una persona a partir del cual se pueda distinguir de forma inequívoca a un psicópata de una persona normal. Aún así, existen varios comportamientos y características que son relativamente comunes entre los psicópatas. 

Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido. Estas personas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas.

Al igual que algunos otros asesinos en serie, como el también muy famoso John Wayne Gacy Jr., Ted Bundy destacaba por ser un hombre “encantador” y de excelentes modales; tenía una conversación, interesante; y una figura muy agradable a la vista. Es por esta razón que nadie de su entorno sospechaba que detrás de esa fachada de hombre modelo pudiera esconderse un monstruo.

Se le confirmaron 36 asesinatos antes de ser atrapado en 1975, pero la cifra real puede ser superior a las 100 muertes

Ann Rule, Su biógrafa oficial, escribió lo siguiente sobre él: “Un psicópata sádico que sentía placer al provocar dolor en otros seres humanos y al tener total control sobre sus víctimas, al punto de asesinarlas, e incluso después”. E incluso Polly Nelson quien fuera su abogada, llegó a describirlo como: “La verdadera definición de una maldad sin corazón”.

Este no es lugar para debatir acerca de la pena de muerte...

Pero quizás la humanidad pudo aprender mucho acerca de los monstruos con los que convivimos sin darnos cuenta, si en vez de condenarlo a la silla eléctrica, como ocurrió en 1989, se le hubiera estudiado más a fondo desde el punto de vista psicológico.

Ted Bundy permaneció en prisión entre 1978 hasta su ejecución, y en esos años se entretenía escribiendo cartas

Aunque una que otra se había colado a los medios, es apenas hoy en día que la prensa tiene acceso al material completo.

Probablemente el intercambio epistolar más impresionante que tuvo el asesino serial fue con Thomas Grant

Grant fue un músico de Worcester, Massachusetts, que alguna vez estudió para ser sacerdote.

Grant era un vehemente opositor a la pena de muerte

 Y se había decidido a escribirle a Bundy pues tenía la idea de “ayudarlo a alcanzar la salvación”.

Estas cartas son una aterradora muestra de lo inteligente que era Bundy

“Dios nunca me ha dejado”, le afirma a Grant en sus cartas. “Todo el mal se acaba y sólo Dios permanece”.

Una y otra vez se queja de que no puede ver a su esposa, Carole y su hija, Rosa

Ellas se mudaron cerca de la cárcel mientras duró su juicio, pero en cierto punto tuvieron que regresar a Seattle, según Bundy, porque su suegra tuvo un accidente de coche.

Bundy finalizaba todas sus misivas con: “Que Dios te bendiga. Paz, Ted”

En una de ellas le escribió a Grant: “El volante que me enviaste sobre ti y tu banda me pareció muy interesante. Has tenido una vida muy plena y variada. Tu foto me recuerda a mi primo John Cowell. ¿Cómo está tu salud? Mucho mejor, espero. Te tengo en mis oraciones”.

La psicoterapeuta Gilda Carle ha declarado que sus cartas confirman que Bundy era un intelectual y no dejan dudas de su sociopatía

Dice que él “se disocia totalmente de las horrendas acciones que ha hecho en el pasado y se enfoca sólo en las ‘cosas buenas’ que hace en el presente. Habla sobre su familia, a quienes describe con cariño, aunque ha dejado un rastro de 30 mujeres muertas en su pasado”.

“Su fe en Dios es muy conveniente para alguien que ha sido condenado a morir", ha dicho Carle

"Este tipo de persona siente que debe ser perdonado por sus actitudes anteriores y que todo está bien porque de pronto se han vuelto religiosos”.

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