Esta mujer fue víctima de abuso obstétrico y su bebé pagó con las consecuencias.

Esta mujer fue víctima de abuso obstétrico y su bebé pagó con las consecuencias.69shares

Para una embarazada, primeriza o no, la etapa del alumbramiento genera grandes expectativas, sobre todo en cuanto a la calidad de la atención médica que recibirá en ese momento. Si bien es cierto, las más precavidas suelen llevar durante la gestación algunos controles prenatales para monitorear tanto la salud del bebé como la suya propia, y las más afortunadas logran planificar que sea su mismo médico de control quien las asista.

Pero no todas tienen esa dicha; así que lo más común es dirigirse a un centro de atención médica cercano, confiando que los profesionales que allí laboren cumplan con el compromiso asumido al titularse de procurar el bienestar de todos sus pacientes, y que además se presenten las menores complicaciones posibles para que todo fluya satisfactoriamente.

A pesar de eso, ha venido propagándose una forma bastante delicada de violencia denominada “abuso obstétrico”, el cual hace referencia a cualquier tipo de maltrato que recibe una mujer embarazada bien sea física, psicológica, emocional o socialmente, siendo recurrente (aunque parezca increíble) en los hospitales. Esta es la lamentable historia de Yésica Manabella y su cuarto bebé, quien no sobrevivió luego de un fuerte episodio de este tipo de violencia. Te mostramos los principales detalles de su caso.

Yésica Manabella jamás pensó vivir una experiencia tan amarga con su cuarto bebé. 

A sus 32 años estaba sumamente emocionada con la llegada del nuevo integrante de la familia. Su esposo Fernando Cabral y sus otros tres hijos se sentían igual. Lamentablemente el pequeño no sobrevivió luego de que en el centro médico donde fue atendida no les brindaron la atención adecuada.

Unas complicaciones que presentó en su embarazo mantenían la duda si sería parto natural o cesárea.

Su médico de control le diagnosticó diabetes gestacional, lo que produjo esta disyuntiva. Él le explicó que debido a esta condición el tiempo máximo de espera para el alumbramiento debía ser de 40 semanas. De no iniciar trabajo de parto a ese tiempo, tendrían que optar por hacerle una cesárea.

A pesar de eso, teniendo los cuidados adecuados no habría mayores inconvenientes.

Habían ideado que fuese su mismo obstetra quien atendiera el alumbramiento pero el centro de salud donde veía paralizó sus actividades indefinidamente, así que tuvieron que buscar una opción alternativa.

Tenían todo preparado para recibir al pequeño.

Sin grandes lujos, contaban con lo necesario para su bienestar. Y lo más importante: un corazón lleno de amor y alegría para ofrecerle.

Poco antes de entrar a la semana 40 le comenzaron los dolores y se dirigió al hospital.

Llegó a la emergencia del Hospital Evita de Lanús y fue examinada por la especialista de guardia. Cuando la enfermera chequeó sus signos vitales y los del bebé, le indicó que algo no se escuchaba bien con los latidos del bebé. A pesar de ello, la doctora le dijo que regresara a su casa pues aún no estaba lista.

Las palabras de la enfermera fueron: “Chica, los latidos no se escuchan para nada bien”.

Obviamente, Yésica se preocupó y les dijo que en sus partos anteriores ya había presentado problemas para dilatar; a lo que la doctora respondió que esperara un poco y si seguía así podían estimularla por goteo o ingresarla para la cesárea, pero después porque aún era muy pronto.

Ella insistió mostrando su reporte médico donde se indicaba la fecha pautada para su cesárea.

Que casualmente era al día siguiente. Igualmente les mostró todos sus infórmenes de control prenatal done podía observarse que no dilataba bien. A pesar de ello, volvieron a indicarle que regresara a su casa a esperar.

Cuenta que el trato recibido por la doctora fue abiertamente ofensivo.

“Me volvieron a mandar a mi casa, pero las contracciones siguieron. Cuando la doctora me vuelve a ver, me dice de mala gana: ‘¿Qué haces otra vez acá?’. Después me dijo: ‘Acuéstate ahí’ y me revisó, también de mala manera. Otra vez me dijo lo mismo: `Tienes que esperar, anda a tu casa y descansa´”.

Fue dos veces enviada a casa, y en la tercera oportunidad ya no aguantó más

"Iba por un pasillo largo, cuando me ve la doctora. Me mira, murmura algo con otra y se meten en una sala. Yo no podía ni caminar y no me ofrecieron ayuda, nada. Después, cuando me atendió, me dijo: ‘¿otra vez? Bueno, te vas a quedar acostada acá hasta que tengas el parto".

En ese ir y venir les llegó la semana 41 y, por medio de un parto seco, nació el pequeño Valentín.

Yésica sufrió un serio desgarro por el alumbramiento y lo peor fue que, a pesar de ello, el bebé falleció.

Ella estaba desconcertada por la actitud de todos el en hospital.

"Cuando Valentín nació les pedí que me lo pusieran en el pecho pero se lo llevaron. Estuve una hora preguntando qué pasaba que no me lo traían, por qué no me llevaban a la habitación. Nadie me decía nada. Luego, una doctora entró y dijo: `bueno, mamá, hicimos todo lo que pudimos´”.

Pasado algunos días, recibió unos mensajes por Facebook que la alarmaron.

Dijo esta madre: “Recibí unos mensajes que decían: `Yo trabajo en el hospital, a tu bebé te lo mataron´”.

Yésica y su esposo Fernando denunciaron este hecho y esperan que las autoridades actúen.

El Hospital Evita de Lanús está siendo investigado a fondo para determinar las verdaderas causa de la muerte de su bebé. La denuncia fue realizada por homicidio culposo y violencia obstétrica.

Mientras esperan justicia, comparten su historia para crear conciencia sobre el abuso obstétrico.

Todos los miembros de la familia se hicieron un tatuaje en honor al indefenso Valentín para recordarlo por siempre. Confían en que su caso no quede impune y sean más las que se animen a levantar la voz en contra de esta terrible realidad.

¿Qué hubieses hecho tú en su lugar? COMENTA y COMPARTE esta lamentable historia con tus amigos para hacer eco de esta nueva forma de abuso contra los más vulnerables.

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